Desde las pasadas Navidades se estableció la obligación de llevar mascarillas en todos los lugares públicos, tanto cerrados como abiertos —excepto entornos rurales y playas—, independientemente de la distancia de seguridad. Esta medida fue anunciada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el 22 de diciembre, después de una conferencia con los presidentes autonómicos, en la que algunos de ellos solicitaron dicha medida.
Uso de la mascarilla en exteriores: una medida controvertida desde que se tomó en las vísperas de Navidades
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Esta decisión fue tomada en pleno estallido de contagios de la variante ómicron, y fue la única decisión que se instauró en todo el territorio nacional a pesar de que el grupo de técnicos de Sanidad pidieron otra serie de medidas, como cerrar los interiores en zonas de alto riesgo o limitar las reuniones.
No obstante, el Gobierno decidió dejar estas alternativas a juicio de las comunidades y decretar el uso obligatorio de la mascarilla en espacios exteriores pese a que era una medida muy discutida por la mayoría de los especialistas, dado que la norma anterior ya las establecía como obligatorias, si no se podía mantener la distancia de metro y medio.
En aquel momento los expertos en salud pública insistieron en que se trataba de una restricción de carácter estético en lugar de efectiva, ya que hay estadísticas que demuestran que el mayor riesgo de contagios es en interiores y no en espacios abiertos.
Lo cierto es que España fue uno de los pocos países de Europa que impusieron la medida de las mascarillas en espacios exteriores.
Solo Escocia, Italia y Francia la adoptaron durante la última ola del covid.
No obstante, estos países han aprobado también decretos en los que se vuelve a dejar en manos de los ciudadanos la decisión de llevar o no mascarillas en espacios abiertos.
En Francia ya no es obligatorio desde el 3 de febrero, en Italia desde el 11 de febrero y en Escocia se está estudiando su levantamiento. En el polo opuesto se sitúa Dinamarca, que el 1 de febrero eliminó todas las restricciones impuestas por la última ola del coronavirus, por considerar que la variante ómicron no implica un riesgo considerable ni para su sanidad ni sus habitantes pese al elevado nivel de incidencia que se registra en este país.
En España, por su parte, la obligatoriedad del uso de las mascarillas ya no es efectiva desde el 10 de febrero.
La convalidación de este decreto se produjo entre fuertes críticas de la oposición debido a que el gobierno añadió en el decreto la actualización de las pensiones como maniobra para que la nueva propuesta fuera efectiva.
Respecto al cese de la obligatoriedad de las mascarillas en exteriores, el gobierno alegó que la incidencia se había aminorado un 30 % desde que comenzó el descenso de la sexta ola.
Qué opinan los expertos sobre el uso de la mascarilla en exteriores
La opinión de los expertos es casi unánime respecto al uso de las mascarillas en el exterior: carece de sentido.
El epidemiólogo Manuel Franco apunta que es poner el foco donde no se debe. Y añade que son medidas muy sencillas de tomar, aunque ineficientes casi por completo a la hora de controlar la pandemia.. Concluye diciendo que son medidas más políticas que científicas, puesto que todos saben que el problema está en los espacios cerrados.
Una buena parte de la población también vió con recelo la medida
La medida también levantó una amplia polvareda entre la ciudadanía en general después de 2 años de pandemia, con la fatiga mental que supone, y que, según los especialistas, es innecesaria salvo, precisan la mayoría de fuentes, si se extrapola a grandes aglomeraciones en las que es no es posible mantener la correspondiente distancia de seguridad.
Joan Carles March, profesor de la Escuela EASP (Escuela Pública de Salud Pública) fue aún más rotundo sobre el uso de la mascarilla en espacios exteriores, manifestando que los políticos deberían implantar medidas útiles, no estéticas.
Las mascarillas en espacios abiertos donde se puede mantener la distancia son absolutamente innecesarias. Nunca fueron necesarias, dijo también al respecto.
Por su parte, el portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria , Jesús Molina Cabrillana va un paso más allá sobre este tema, manifestando que la utilización de las mascarillas en aglomeraciones es en sí un contrasentido, dado que en el contexto actual los primero que hay que hacer es evitar las concentraciones de muchas personas. Eso es lo más importante.
El doctor Jesús Molina Cabrillana también recuerda que cuando se derogó tiempo atrás el uso de la mascarilla al aire libre, España estaba en su quinta ola (el verano pasado) y se pudo controlar sin la necesidad de continuar usándola en espacios abiertos.
Respecto a los dirigentes autonómicos que defienden su uso en exteriores, Cabrillana indicó que si la medida tiene alguna utilidad y a la vez se permiten reuniones con muchas personas, así como fiestas y otros eventos,, la normativa carece de sentido.
Volvemos a las opiniones del epidemiólogo Manuel Franco, que aborda el tema de las mascarillas en exteriores de manera contundente, afirmando que es más una medida tomada desde determinadas posiciones políticas que realmente una decisión epidemiológica basada en la ciencia.
Y es que insiste en que el problema no está en las zonas exteriores, sino en los espacios de interior, mal ventilados y con mucha afluencia de público. En estos espacios el riesgo es hasta 20 veces más alto a la hora de contagiarse.
Cronología de la normativa que obligaba a usar la mascarilla en exteriores
La vuelta al uso de la mascarilla en espacios exteriores se produjo días antes de las fiestas navideñas, y en medio de mucha controversia, aunque con la variante ómicron propagándose rápidamente, por lo que los contagios se multiplicaban de manera exponencial cada día.
El 22 de diciembre, Pedro Sánchez anunció en la Conferencia de Presidentes, en la misma línea que reclamaban 7 comunidades autónomas, que la mascarilla volviera a ser de uso obligatorio en exteriores a partir de Nochebuena.
El 23 de diciembre, durante el Consejo de Ministros se aprobó el decreto que instauraba tal obligatoriedad, que había dejado de ser efectiva hacía más de medio año, independientemente de la distancia de la seguridad. Aunque con dos excepciones: durante la práctica deportiva al aire libre y en entornos rurales o naturales, en el caso de que se pudiera mantener la distancia de un metro y medio con personas no convivientes.
Los expertos consultados por medios de comunicación, tal y como hemos subrayado a través de estas líneas, reconocieron en aquellas fechas que la medida no era la más eficiente, y que el uso de la mascarillas si era aconsejable en caso de aglomeraciones y multitudes, que es donde tiene una mayor eficacia. Por supuesto, incidían en el hecho de que es en interiores donde existe el máximo riesgo de contagio.
Un nuevo marco ante la menor incidencia del covid
Que la utilización de la mascarilla ya no sea obligatoria cuando caminamos por la calle coincide con un nuevo contexto o escenario que contemplan los dirigentes del Gobierno de acuerdo con los datos de incidencia, que han ido mejorando, ya que el pico de la última ola ha descendido notablemente. De hecho, el Gobierno español ya está poniendo el énfasis en comenzar a gestionar la pandemia como una enfermedad endémica.
A comienzos del presente año, Pedro Sánchez adelantaba que su gobierno llevaba trabajando desde hacía semanas en un giro en su estrategia. Es decir, una estrategia que ha pasado a denominarse comúnmente como la «gripalización» del coronavirus. Es decir, tratar el coronavirus como una enfermedad estacional.
Con la eliminación de la obligatoriedad de la mascarilla en espacios exteriores, España sigue el camino que ya han iniciado otros países de su entorno. Por ejemplo, Noruega y Dinamarca decidieron suprimir la mayoría de restricciones impuestas durante la pandemia, con la idea de recuperar las actividades cotidianas.
El gobierno sueco se ha sumado a esta tendencia, y el día 9 de febrero se eliminaron todas las restricciones debido al elevado porcentaje de población vacunada y al menor riesgo que supone la variante ómicron.
Otros ejemplos europeos
El 16 de febrero se reúne el gobierno federal alemán y las diferentes autoridades regionales para decidir si se aprueba un descenso considerable de las restricciones vigentes, y se abordará, sobre todo, aquellas medidas que atañen al acceso a comercio y hostelería de los inmunizados, vacunados y no vacunados.
Más permisivos son países como Andorra, Portugal, Bélgica y Hungría, países en los que se puede estar en espacios al aire libre sin mascarilla desde hace ya varios meses, aunque la mascarilla sigue siendo obligatoria en algunos espacios cerrados como colegios, comercios y transporte público.
En el caso de Alemania, es obligatorio llevar la mascarilla FFP2 en autobuses, metros y tranvías, mientras que el pasaporte covid ya se puede reemplazar por un test negativo a la hora de acceder a espacios cerrados.
Irlanda y Finlandia tampoco obligan a llevar las mascarillas en entornos al aire libre. En el caso de Irlanda, se han suprimido todas las restricciones en el ámbito de la hostelería, al igual que sucede en los Países Bajos. Por su parte, Austria ha levantado las cuarentenas obligatorias incluso para los no vacunados.
Dónde hay que poner el foco para controlar la pandemia según los expertos
Los expertos coinciden, el uso de las mascarillas por la calle es un contrasentido, más aún si se puede mantener la distancia de seguridad sin problemas. Lo que atenta el sentido común es ponérsela cuando se camina solo por la calle y quitársela al llegar al interior de un bar o restaurante.
Es el mundo al revés, decía el experto en salud pública Fernando Artalejo, respecto a la medida que el gobierno de la coalición recuperó después de que 7 comunidades autónomas la reclamaran.
Pero como ha quedado claro, no es en el exterior donde se ha de poner el meyor control según los expertos. Siempre han considerado más urgentes medidas como la reducción de aforos, el control del ocio nocturno y el toque de queda. Mientras que la fórmula con la que se pretende frenar los contagios de la sexta ola es hacer que cada uno de los ciudadanos afronte su responsabilidad individual, un enfoque que no cuenta con el apoyo general de la comunidad científica.
En los espacios cerrados donde no hay la suficiente ventilación, el uso de la mascarilla ayuda a disminuir la propagación de las infecciones, puesto que limita la secreción de gotas respiratorias de personas infectadas, además de actuar como una barrera física para las gotas que puedan expulsar otros individuos; mientras que su uso al aire libre tan solo es necesario si mantener la distancia de seguridad resulta difícil. Pero en el caso de que haya distancia suficiente, el propio aire disminuye la posibilidad de que las gotas se transfieran a los demás. Tanto es así, que los expertos no ven conveniente la obligatoriedad de la mascarilla al aire libre.
María Sainz, una de las portavoces de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria, recuerda que las principales medidas para evitar los contagios e infecciones son las ajenas a la farmacología, entre las que se incluye la mascarilla, pero declara: «Si alguien va caminando solo por el campo o con su familia es hasta ridículo».
Los expertos señalan que no se controla una pandemia abogando por la responsabilidad de la población
María Sainz opina que las medidas no deben enfocarse únicamente en aumentar la responsabilidad de la población, ya que afirma que no se puede obviar que, a pesar de la responsabilidad individual, las medidas pertinentes las tienen que instaurar las administraciones. Eso es un grave error desde el punto de vista de la sociología, añade.
Lo concerniente a la salud pública ha de ser gestionado por políticos diestros y bien asesorados. En Salud Pública la responsabilidad no es de los individuos; es una parte importante, pero no es ni exclusiva ni excluyente.
Lo cierto es que el uso de la mascarilla en exteriores fue una medida polémica desde las primeras olas. Y es que una vez identificado y estudiado el covid-19, se comenzó a cuestionar que el cubrebocas en exteriores tuviera verdadera efectividad.
El director del Centro de Dinámicas de Enfermedades Transmisibles de la Universidad de Harvard (William Hanage) ya cuestionó la medida en abril del 2021, asegurando que no hay evidencia de que la mascarilla en espacios al aire libre aporte beneficios.
Se ha de tener en cuenta de que la fatiga psicológica de la población es un aspecto que también hay que considerar, y el retroceso que supuso la obligación de ponerse la mascarilla en exteriores (en contra de la opinión de la comunidad científica) contribuyó a agotar más la paciencia de los ciudadanos, que llevan soportando restricciones durante 2 años.
Y es que ha habido muchas fases durante la pandemia en las que la salud se ha convertido en una especie de rehén de los intereses políticos y electorales de cara a la opinión y a la imagen pública. Asimismo, tenemos varios ejemplos en comunidades autónomas donde la economía ha primado sobre la salud, como es el caso de la Comunidad de Madrid, con Isabel Ayuso al frente.
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